Sostenibilidad y Compliance, camino a la integración

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Por Tamara Agnic

01 / 03 / 2022

Lentamente y desde hace décadas, en el mundo entero se ha ido instalando un nuevo enfoque de negocios que pone el acento en la responsabilidad de las empresas sobre sus impactos económicos, ambientales y sociales en toda su cadena de valor. Bajo este enfoque, llamado “gestión sostenible de negocios”, cuya instalación se ha ido acelerando rápidamente, las empresas consideran que la rentabilidad de largo plazo es el resultado de su capacidad de agregación de valor en sus diferentes públicos de interés.

Hoy vivimos en un mundo en el que la sostenibilidad ha pasado a ser el estándar en todas las acciones que emprendemos como humanidad y que, en pocas palabras, consiste en satisfacer las necesidades actuales sin comprometer a las futuras generaciones, obligándonos a abordarlo además desde el punto de vista ético.

La sostenibilidad, identificada por estos días fuertemente con la sigla ESG o ASG (“Enviromental, Social and Governance” en inglés o “Ambiental, Social y Gobernanza” en español) no debe ser una excepción ni desconocida para el Compliance, puesto que precisamente es a esta disciplina a la que le corresponde evaluar los impactos bajo esta perspectiva en el negocio y en las operaciones, debiendo actualizar el mapa de riesgos, promover la revisión de códigos, criterios, políticas y procedimientos, así como facilitar la formación y el asesoramiento necesarios en materia de cultura organizacional. Es decir, afianzar esta mirada en la estrategia organizacional de punta a cabo.

Si consideramos que a la función de Compliance tradicionalmente debe velar por el respeto a los valores y la cultura, tanto corporativos como del entorno, así como ser el guardián del cumplimiento de las normas internas y externas, asegurando la prevención, detección y respuesta a los riesgos de desviación o incumplimiento, se empieza a perfilar nítidamente la relación con las acciones y obligaciones que se le imponen a las organizaciones en el marco de la agenda por un desarrollo sostenible.

La sostenibilidad debe ser vista más allá de los evidentes y urgentes efectos de la acción humana sobre el clima y debe fundarse en una mirada de 360° que involucre todos los aspectos de la gestión de una empresa, incluyendo aquellos relacionados con la integridad institucional, el cumplimiento de la normativa, el comportamiento ético y la prevención de delitos. Todo aporta a la sostenibilidad de las organizaciones en el tiempo.

La emergencia de exigencias internacionales en materia de inversión sustentable, reporte bajo enfoque ESG, los esfuerzos por la permanente actualización de la normativa y la persecución de la corrupción son signos inequívocos de que tanto el mundo privado como el mundo público, están en la misma sintonía. Tal vez falta un pequeño empujón para algunas personas que aún piensan que estos temas son solo una moda y por tanto pasajeros.

El desafío es cómo asumir genuinamente el espíritu de la letra de la mirada ESG, más que el contenido que deberán tener, por ejemplo, las memorias y reportes estructurados bajo las exigencias de la reciente NCG 461 de la CMF.

En síntesis, “hacer lo correcto” es en pocas palabras la idea esencial, la filosofía base del compliance. Si bien parece sencillo, casi obvio y elemental, en la práctica no lo es. La preocupación que debiera rondar en las empresas por estos días no puede ser otra que la búsqueda de la mejor manera -sincera y sin condicionantes- de sumarse a este esfuerzo por la sostenibilidad y perspectiva ESG de nuestra forma de vida, siendo el Compliance quien garantice la forma correcta de plasmar esta perspectiva en el día a día.

A mi juicio, quien no asuma el desafío de exigir un desempeño con integridad a las empresas, quien no tome en serio la observancia de los estándares nacionales e internacionales en materia de riesgos ESG, corre serio riesgo de quedarse fuera del mercado. Siendo un elemento central para el buen funcionamiento de un gobierno corporativo, el manejo adecuado de los programas de cumplimiento termina siendo la forma en que las organizaciones y sus gobiernos corporativos puedan asegurar la sostenibilidad de las compañías en el largo plazo.