Otra falacia: Estado versus mercado

COMPARTIR

Felipe Balmaceda - El Mercurio

05 / 07 / 2021

Alcanzar el mayor nivel de bienestar posible dada una cierta cantidad de recursos físicos y humanos requiere mercados perfectamente competitivos y ausencia de externalidades. Lo primero requiere, entre muchas cosas, información perfecta, respeto irrestricto a los derechos de propiedad, libre entrada y salida de firmas del mercado, ausencia de conductas anticompetitivas, flexibilidad de precios, etcétera.

En la mayoría de los mercados estas condiciones no se satisface. Por ejemplo, el mercado de la salud tiene serios problemas de información que resultan en riesgo moral y selección adversa; la educación escolar genera externalidades positivas, como una menor tasa de criminalidad, y el mercado del transporte genera externalidades negativas, como la contaminación ambiental.

Lo anterior implica que el funcionamiento del mercado demanda la existencia de un Estado regulador con las competencias técnicas correspondientes, que sea eficiente y que respete las normas y leyes que el país se da a sí mismo. Si a esto sumamos que existen consideraciones redistributivas y sociales de las cuales el mercado no puede hacerse cargo por sí solo, es evidente que para que el buen eficiente funcionamiento de los mercados sea capaz de garantizar un nivel de bienestar digno a todos los ciudadanos requiere de un Estado activo y presente en todas las actividades económicas de un país.

Un Estado que cumple su rol social, regulador y redistributivo en forma eficiente, demanda muchos recursos, tanto físicos como humanos. La única manera de que eso se logre es a través del buen funcionamiento de los mercados, dado que ellos son los únicos capaces de generar los recursos necesarios de la manera más eficiente posible.