23 / 04 / 2019
Por Camilo Melis y Sergio Barra, Académicos Escuela Auditoría.
La tecnología ha contribuido enormemente al desarrollo de los negocios, y la industria del factoring electrónico no ha estado ajena a incorporar prácticas que mejoren los procesos de información, seguridad, trazabilidad y eficiencia, traduciéndose en modelos de negocios más confiables y con mayor predictibilidad frente a la incertidumbre y gestión de riesgos. En este sentido, el factoring electrónico ha evolucionado en el camino correcto con claras oportunidades y desafíos de desarrollarse aun más en materia de inteligencia artificial, plataformas tecnológicas y crowdfunding, entre otras.
Lo anterior representa un mundo de oportunidades en donde todos los actores tienen espacio para ganar, crecer y fortalecer la industria. En este sentido, se observa cómo nos movemos desde comprender el negocio a través de su cadena de valor hasta orquestar estratégicamente cada uno de los instrumentos, tal como lo menciona Alejandro Ruelas-Gossi en su paper de “Orquestación Estratégica” publicado por “Harvard Business Review”.
Los desafíos son siempre permanentes y en este caso van más allá de la tecnología y factoring electrónico, ya que es relevante incorporar desde ahora el impacto que tendrá en las reglas de negocio el cumplimiento de la Ley de Pago a 30 días, a partir del 16 de febrero de 2021. Sin duda es una gran noticia para muchas empresas, ya que permitirá optimizar flujos de caja por los beneficios de una mejor gestión del capital de trabajo, con un efecto en la reinversión y crecimiento en los diferentes niveles del emprendimiento.
TEMAS RELEVANTES
A su vez, emergen algunas interrogantes a considerar, como por ejemplo ¿cuál es el desafío del factoring electrónico? ¿cuáles serán las nuevas reglas del negocio para esta industria más allá de lo tecnológico? ¿cómo se traslada el financiamiento espontáneo hacia endeudamiento financiero? No es fácil dar un respuesta única, pero está claro que este cambio es necesario internalizarlo con los impactos que conlleve en materia de factoring electrónico, donde la agilidad para dar respuesta a un financiamiento oportuno, la determinación de tasas de descuento bajo nuevas regulaciones, el volumen de operaciones y la tecnología, entre otros, juegan un rol determinante en el futuro que proyectemos hoy.
Según cálculos informados por la Asociación Chilena de Empresas de Factoring (Achef) y la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), la industria mueve más de US$ 5.000 millones anuales, y donde más del 75% corresponde a factoring electrónico por todos los beneficios ya mencionados anteriormente. Sin embargo, la entrada en vigor de la Ley de Pago a 30 días va a tener un impacto no menor. A modo de ejemplo, si una pyme recibía su pago a 90 días y “factorizaba” sus documentos por ese período aplicando el interés acordado, en el futuro sus costos financieros y liquidez se verán beneficiados dado que su financiamiento será por un menor período de tiempo (30 días).
En lo inmediato este ejemplo refleja que la compañía de factoring deja de percibir intereses financieros por una transacción, pero, a su vez, tendrá liquidez para recolocar nuevamente estos recursos en otra operación dando origen a un efecto de mayor volumen de transacciones, y así podríamos seguir derivando para analizar diferentes impactos en diferentes niveles (pymes y grandes empresas) manteniendo claridad en que tanto la inversión como el financiamiento serán necesarios para el crecimiento, emprendimiento y desarrollo de los negocios.
El factoring electrónico seguirá creciendo en función del desarrollo tecnológico, y hoy es el momento para capturar este desarrollo y reformular el modelo de gestión integrando todas las variables en juego —pagando a 30 días— en beneficio de todos sus protagonistas, o mejor dicho de todos los instrumentos de la orquesta.